A quien dios no le da hijos, el demonio le da sobrinos

Hoy el artículo habla de la familia que es lo importante, como diría Don Vito Corleone, pero también de política.

En mi familia se ha instalado la costumbre en los últimos años de que cada cierto tiempo, se una al grupo algún ser de pequeñas dimensiones, potente voz y capacidad de hacer que hasta el abuelete gruñón de Marvill se quede algo enchochado.

El último en hacerlo hace escasos días (no llega a un mes) fue Pablo, hijo de unos felices Tinín y Merce que, por cierto, cada vez que se da cuenta de que le miro se pone a llorar (y eso que todavía no me conoce). Ellos son los primeros del núcleo familiar que podrán cobrar el “cheque-bebé” tan criticado por algunos pero que tanta ayuda ofrece a quienes empiezan esa nueva etapa de sus vidas.

Tinín y Merce crean así una nueva rama en un árbol genealógico que se caracteriza, de momento, porque los descendientes van por parejas del mismo sexo a excepción de la mía que parece que está algo seca.

Por otro lado otra buena noticia es que Manolo y Sandra ya han podido volver a casa con Manu e Iván después de que este último haya estado ingresado una semana en el hospital por culpa de unas altas fiebres durante días que ya han remitido. Iván ha tenido la suerte de que no le ha tocado estar en una de esas partes tan deterioradas de un hospital en el que sus propios trabajadores denuncian cíclicamente la aparición de goteras, falta de camas o incluso roturas de techos en algunas partes que por suerte, pronto serán historia si la Conselleria cumple la nueva fecha ofrecida para el inicio de las obras del futuro hospital comarcal.

Mari y Paco también se apuntaron a eso de tener descendencia, Andrea y María, que son la única parte femenina de toda esta canalla. Desde hace unos años vuelven a vivir en Gandia después de que un curioso movimiento de papeles urbanísticos en el Ayuntamiento de Valencia (PP) les colocase un edificio donde antes no se podía construir y les tapó la vista a la Ciudad de las Ciencias.

Para acabar por el principio, Evi y Javi fueron los que iniciaron este proceso reproductor y ellos también los tienen de dos en dos, en este caso Oscar y Javier, que viven en Bellreguard y a los que veo bastante menos que a los otros, lo que ya es difícil pero cierto. Pero bueno, para compensar que su tío no va mucho por el pueblo, ya van y vuelven todos los días algunos concejales de Gandia, jejeje.

En definitiva y salvando las diferencias, esta familia tardó más de 25 años en volver a la senda de la reproducción, pero ya estamos alcanzando el ritmo de los borbones y aunque a nosotros no nos mantienen los impuestos públicos, que nadie se olvide que toda esa tropa que corre por el pasillo de la casa de sus yayos han venido después, que el rey de la casa era yo, que para eso durante un cuarto de siglo he sido el más pequeño de la familia y en este país todavía no hay república, aunque todo llegará…