domingo, 6 de julio de 2008

La iglesia que nos ha tocado

4 comentarios
Una de las cosas en las que el 37 congreso Federal del PSOE ha avanzado este fin de semana, ha sido en la necesidad de acentuar la laicidad de un estado que debe empezar a superar complejos del pasado que todavía están presentes en el día a día de nuestras instituciones.

Desde colegios religiosos que son concertados y en los que los alumnos se ven abocados al aprendizaje religioso, pasando por juramentos de lealtad en las instituciones donde todavía está presente un crucifijo en el momento en el que los cargos de representación de los ciudadanos asumen su cargo.

Queda más lejos lo que debería ser también de lógica, y es que si la Iglesia Católica tiene un patrimonio cultural propio, tenga la obligación de mantenerlo con sus fondos o, como mínimo, a igual porcentaje de subvención que a cualquier particular en la misma situación.

Una solución, si esto a la Iglesia Católica le fuese imposible de mantener, sería que la titularidad de esos templos pasase a ser del estado y en todo caso, se indemnizase a esta confesión religiosa de alguna manera.

Dicho de otra forma, si mañana el ayuntamiento protegiese mi casa, yo tendría la obligación de mantenerla, y si el techo se viniese abajo, dudo que a nadie se le ocurriese pagarme íntegramente la reparación. Al contrario, supongo que además tendría que responder ante algún organismo por no haber mantenido correctamente ese patrimonio protegido.

Y luego resulta que hay que aguantar a un “servidor del señor” o de no se sabe qué interés que todavía nadie conoce, afirmando que “una empresa que no es apta va a ejecutar unas obras en un lugar que hace años fue asaltado y destrozado por los bárbaros de la izquierda, y en el que ahora los vulgares de la derecha emprenden el segundo asalto".

Si al menos se pagase las obras de su iglesia, se entenderían estas palabras, que por cierto, no están muy bien pensadas, ya que las bombas que caían en Gandía durante la Guerra Civil no las lanzaban precisamente “los bárbaros de la izquierda”. Pero no seguiré por esta línea, que seguramente es lo que el citado “servidor” pretendía, que se hablase de otras cosas y no de cual es el motivo real por el que durante tanto tiempo ha parado esas obras tan necesarias.

Pero por una vez, la propia iglesia se ha manifestado contra uno de los suyos, diciendo que no comparten “ni el fondo ni las formas empleadas por el Abad de Gandia” al hacer estas declaraciones, que para que se entienda, viene a ser lo mismo que afirmar que “calladito estaría más guapo”.



4 comentarios:

  1. Creo que te equivocas. Aunque es cierto que la iglesia sigue recibiendo ayudas, a todos nos ha venido bien que haya conservado todo ese patrimonio cultural, por eso tenemos que ayudar entre todos a mantenerlo. Otra cosa es lo del Abad, que como dices al final del artículo, calladito está mejor.

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  2. A ver, la Iglesia ha mantenido los edificios... con el dienro "robado" de los diezmos y el expolio constante de patrimonio privados, reales y publicos. Te recuerdo que las obras de restauracion de la Seu despues de la Guerra Civil las pagó el Estado franquista.
    Por otra parte, estas obras se sufragaron con donaciones y aportaciones de particulares, asi que una cosa es que la iglesia sea la titular oficial, otra muy diferente, quien es el legitimo y eticamente propietario.
    ESPAÑA DEBE SER LAICA, la religiosn debe quedar en el ambito privado, ni mas ni menos,

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  3. Yo pienso que ya está bien de darle dinero a la Iglesia. En eso incluyo las ayudas directas y las indirectas. No entiendo el motivo por el que se da el privilegio de que pueda recibir una parte del IRPF.

    Por otra parte, hace falta ser muy facha o muy bocazas para hacer determinadas aseveraciones como lo hizo el Sr. Abad.

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  4. No me puedo creer que haya gente que se atreva a decir lo que dijo el abad y automaticamente no sea destituido de su cargo.
    Son muchos años y muchos muertos de uno y otro lado para que se atreva a bailar sobre sus tumbas para tener un titular de periódico, unos segundos de gloria.
    Allá él y su conciencia, pero no puede consentirse, y eso no se arregla con un simple tirón de orejas, como han hecho desde el arzobispado de Valencia.

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